sábado, 9 de mayo de 2009

Los paradigmas de la produccion y su impacto en el mercado laboral


Los avances tecnológicos y el uso de las TIC marcan la pauta en la velocidad del cambio requerido. Dentro del modelo productivo, estas transformaciones son el reflejo de una demanda que reclama un cambio en el modelo actual por otro que esté en armonía con la necesidad de productos y servicios que protejan el hábitat natural, es decir, lo que el consumidor moderno, organizado y responsable exige a la industria a viva voz.
La autora del artículo “Los paradigmas de la producción y su impacto en el mercado laboral” Lcda. Marlene Peñaloza, indica que los cambios de paradigmas productivos inciden de forma directa sobre el mercado de trabajo, las relaciones de trabajo y las capacidades de la fuerza de trabajo.
De esta forma, la autora distingue dos tipos de paradigmas de producción: el Modelo de producción en serie o en masa cuya base es el sistema taylofordista (caracterizado por la ejecución de tareas simples y repetitivas de poca responsabilidad, creatividad y mucha supervisión) y el Modelo de producción flexible del que señala como rasgo fundamental la adaptabilidad a los cambios tecnológicos y la flexibilización en la contratación laboral.

Dentro del modelo de producción en serie, la autora citando a Toffler 1990; Piore y Sabel 1990; indica que cualquier persona sin mayores conocimientos y/o entrenamiento podía manejar la técnica y aplicarla en la realización de tareas, lo que luego, originaría que estas tareas fueran realizadas por máquinas y desde luego, los consiguientes despidos. Esta mecanización aumentó los volúmenes de producción de bienes estandarizados q le abarataban a las empresas sus costos de producción.
De acuerdo con esta afirmación, las máquinas comienzan a reemplazar al ser humano, originándose movimientos sociales de trabajadores organizados en sindicatos que pudiesen representar sus intereses, exigiendo protección por parte del Estado, obligando a las empresas a reorganizarse y modificar las relaciones laborales entre patronos y trabajadores.
Posterior a esto, la autora hace mención del nuevo paradigma, el modelo de producción flexible, impulsado por la complejidad de los cambios en cuanto a avances tecnológicos y que en el aspecto laboral reclama a un personal especializado, capacitado y más comprometido con la organización, lo que según mi opinión eleva su categoría de factor productivo a capital de trabajo.

Más, sin embargo, Peñaloza señala algunos efectos socio-económicos negativos de éste modelo, como son el desempleo y la inflación, debidos a la necesidad de contar con personal cualificado, adaptable a los cambios, flexible y creativo, expulsando a los menos dotados de estas cualidades. Al respecto, la autora cita a Urquijo, 2001; quien señala la necesidad del aprendizaje permanente de la mano con los avances tecnológicos que de otra forma reemplazarían al obrero menos calificado, y de igual manera, cita a Sennet, 2000; quien se refiere al trabajador con trabajo flexible como alguien sin rumbo, inseguro, en constante movimiento, desconfiado y poco comprometido, los cuales según mi opinión son antivalores desarrollados por un sistema de competencia salvaje, en el cual, las condiciones laborales son desiguales y muchas veces excluyentes.
En Venezuela, Peñaloza, indica que el parque industrial lo conforman empresas privadas, estadales y multinacionales extranjeras cuyos modelos productivos se asemejan al taylofordista, lo que ha significado un paso lento de cambio al modelo de producción flexible y también el éxodo de la fuerza de trabajo especializada al exterior en busca de mejores oportunidades y el posterior crecimiento de la economía informal, para el caso de los menos calificados. Acota también, que la creciente industria petrolera, es la que marca la pauta en materia de protección laboral originando la promulgación de leyes más completas y extensas en materia de seguridad e higiene y regula las relaciones obrero-patronales, que en la última década han impuesto reformas conducentes a mejorar las condiciones de trabajo, a través del establecimiento de horarios más flexibles y mayores costos al patrono por concepto de despidos injustificados, por mencionar algunas.
De todo este tema, se desprende que el avance tecnológico debe ir de la mano con las necesidades de los seres humanos y no debe ser ésta la que determine nuestro modo de vida. La exigencia tecnológica a mi modo de ver es situacional y espacial, depende del estilo de vida de un grupo social y cultural, por ello hay que considerar que de nada sirve la sustitución de un modelo productivo por otro si representa un alto costo social, la relación con el avance tecnológico no debe ser una relación amor-odio, sino una herramienta necesaria para mejorar nuestro sistema y calidad de vida, aplicable en un modelo de producción que promueva el desarrollo de las capacidades del individuo dentro y fuera de las instituciones laborales, que una pueblos, expanda horizontes y nos reconcilie con la naturaleza.



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