sábado, 18 de abril de 2009

Sobreexplotacion del Trabajo Femenino en Venezuela



En el mercado laboral se suman ladesvalorización y descalificación de la mujer propias de las sociedades patriarcales. Laincorporación de la mujer en el trabajo es un hecho relativamente reciente, incluso en lospaíses desarrollados, Neffa (1990) da cuenta de cómo en los inicios del fordismo se consideraba innecesaria la incorporación de la mujer en el trabajo industrial. La mujer estaba condenada a las tareas o funciones femeninas asociadas al trabajo doméstico o labores de carácter asistencial.
En el caso de la mujer latinoamericana su inserción laboral ha estado condicionada por los modelos de desarrollo. En la fase de industrialización por sustitución de importaciones la presencia femenina era poco menos que relevante, es a mediados de los ochenta que esta incorporación se hace más notoria, destacándose en las últimas décadas un fuerte proceso de tercerización del trabajo femenino en gran parte de la región. Tal como señalan Godinho y Balcao (1903), en 1980, el 65.2% de la mano de obra femenina se
desempeñaba en el sector terciario, en relación a un 33,6 masculino. De Oliveira (2000) señala que en la fase de industrialización las principales ocupaciones de las mujeres se ubicaban en el sector doméstico, ventas, textiles y pequeños talleres; mientras que en la fase de reestructuración productiva la mano de obra femenina se desplaza del sector productivo al terciario.
Esta tercerización esta asociada a oficios que se interpretan culturalmente y se
esteriotipan como “propio de mujeres”, tales como cocinar, lavar, educar, atender al público y o administrar organizaciones simples. Históricamente se establece una caracterización o un perfil de las mujeres y los hombres en los oficios y profesiones. Las mujeres se asocian con la disciplina, la monotonía, las tareas simples y sencillas, así mismo se consideran idóneas para las llamadas profesiones “fáciles” como educación, relaciones industriales. Mientras que los hombres se asocian a tareas complejas, creativas, profesiones difíciles y que requieren mucho esfuerzo intelectual o físico. Lo
femenino es lo simple, lo fácil, lo tonto y lo masculino es lo complejo, lo difícil y lo serio.Desde el punto de vista laboral esto tiene sus consecuencias, culturalmente se forma un
criterio de las profesiones y su remuneración, y obviamente, las tareas y profesiones que se consideran “femeninas”, serán las peores remuneradas. Del mismo modo se genera una falsa conciencia en las mujeres, incluso en aquellas con nivel educativo quienes internalizan la cultura patriarcal y la de subordinación. Así lo demuestra una exploración realizada recientemente en un Instituto de Educación Superior Venezolano, en él se pudo
comprobar que el 80% de los estudiantes de carreras como Educación, Administración de Empresas y Relaciones Industriales son mujeres, y frente a la pregunta de por qué escogían la carrera respondían que por considerarlas fáciles y apropiadas para su condición femenina. Mientras que el 77 % de los estudiantes que escogen carreras deIngeniería o Computación son varones. Respondiendo que su selección obedecía a que la consideraban una profesión propia de hombres.



“Las mujeres ganan en promedio el 64% de lo que ganan los hombres. La brecha de ingresos es más acentuada entre las ocupadas en el sector informal (que perciben el equivalente al 52% de los ingresos masculinos) y las que tienen altos niveles de escolaridad.”
Así mismo refiere: “Las mujeres necesitan un nivel de escolaridad significativamente superior al de los hombres para acceder a las mismas oportunidades de empleo: cuatro años más para obtener el mismo ingreso y dos años más en promedio para tener oportunidades similares
de acceder a una ocupación formal.”
En el caso venezolano señala la OIT que es uno de los países de la región en el que se observa una profundización de esta brecha salarial entre los géneros.

El sector más afectado por la aplicación de políticas de ajuste y estabilización en Venezuela es el femenino; el enfoque neoliberal del trabajo se sustenta en la contracción del salario real y en la desregulación de los sistemas laborales. Los efectos de estas medidas se traducen en informalización, tercerización, precarización y flexibilización del trabajo femenino.
En el actual contexto de las naciones periféricas, se agudizan las contradicciones entre los sexos y se reproduce y profundiza la división sexual del trabajo. La regresiva distribución del ingreso que generan estas sociedades termina por agudizar las contradicciones de género, descargando responsabilidades sobre la mujer y desvalorizando los oficios y saberes representados mayoritariamente por mujeres.
La sobreexplotación de las mayorías femeninas tiene su explicación en las limitaciones estructurales de nuestro capitalismo periférico caracterizado por un modelo económico desigual y segregativo. Así mismo, se explica por la reproducción superestructural de la ideología patriarcal que refuerza la subordinación y discriminación de la mujer.

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